LAS ETIQUETAS
Esta mañana estaba hablando con unos
padres que contaban los problemas de conducta de su hijo adolescente de 14 años
y que como no lo entendían iban a acudir al servicio de psiquiatría para ver si
allí con alguna medicación les ayudaban “de verdad “ y se acababa “este tema”.
Este comentario me hizo sentir indefensión y pensé si yo siento esto ¿que
sienten los niños a los que se les etiqueta con una enfermedad mental?
En estos últimos años hemos
observado en los niños del sistema de protección que comienzan a tener múltiples diagnósticos y por
tanto diferentes tratamientos farmacológicos desde una edad temprana. Cuando
los problemas de conducta se intensifican o perduran en el tiempo lo suyo es
acudir a la psiquiatría para que nos lo solucionen lo mejor y más rápidamente
posible.
Me llama la atención y comienzo a
leer datos como que la psiquiatría en estos tiempos está excesivamente presente
en un porcentaje altísimo de la población en general, y más concretamente en EEUU donde el 47% de la población tiene un
diagnóstico psiquiátrico.
En el nuevo DSM5 aparecen un gran
numero de trastornos psiquiátricos nuevos, hasta el punto de que se contemplan casos
considerados enfermedades mentales tales como el Trastorno por Atracón,
el Trastorno de Excoriación (rascado compulsivo de la piel), el Trastorno de
Acaparamiento (“dificultad persistente de desprenderse de objetos,
independientemente de su valor"), el Trastorno Disfórico Premenstrual
y el Trastorno Neurocognitivo leve.
Hemos llegado a un punto en el que
comportamientos peculiares son considerados enfermedades mentales y por tanto
necesitan de un tratamiento farmacológico que simplifique el dolor.
Existe la creencia de que todo tiene
solución y que está fuera de nuestro alcance, de manera que solo la química
puede solucionarlo.
Esta manera de pensar nos coloca en
una posición complicada ya que pone la solución de los problemas fuera del
control de la persona de manera que queda relegado el aprender estrategias de
manejo del estrés, el autocontrol, la expresión de los sentimientos de manera
más curativa … ahora confiamos más en tomar una pastilla que me haga sentir
bien que en intentar recolocar, reconducir, reparar “sanar” nuestras heridas.
Los casos con los que nosotros
trabajamos son niños que han sido maltratados normalmente por las personas más
cercanas, las consecuencias se manifiestan a través de un determinado comportamiento
que para los adultos resulta extraño y la mayoría de las veces insoportable. Todo
lo vivido no lo han elegido y esto provoca una sensación de fragilidad y de inseguridad,
de indefensión aprendida y de falta de libertad. La libertad que queda es la de
poder decidir cómo afrontar esos problemas y con la psiquiatrización de casi
cualquier conjunto de tres o cuatro síntomas esa libertad vuelve a quedar
relegada y vuelve a surgir el sentimiento de indefensión.
Por supuesto que las enfermedades
mentales existen y seguirán existiendo y que es necesaria en muchos casos la
ayuda farmacológica pero poner etiquetas a todas y cada una de las conductas
que conllevan un dolor físico y/o psicológico nos condena y nos hace sentir el
poco control que tenemos sobre nuestros “dolores”.
¡¡¡ Ayudemos a las personas a ser más fuertes y dueñas de su vida !!!!
Que razón tienes Marta. Yo también leía esta mañana en un periódico el aumento del número de niños que sufren una nueva y desconocida patología, LA NOMOFOBIA, o miedo a salir de casa sin el teléfono móvil. Reflexionemos, si como tú dices, el 47% de la población de EEUU tiene una patología psiquiátrica, eso quiere decir que no estamos construyendo un mundo muy sano y feliz.
ResponderEliminarGracias Paco. Creo que es importante que todos nos replanteemos qué queremos y cómo lo queremos. Espero que este apunte nos haga reflexionar un poco.
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