Prácticas peligrosas en internet


El creciente uso de las nuevas tecnologías, y en concreto de las relacionadas con la comunicación, nos expone a una serie de peligros inherentes sobre los que apenas tenemos conocimiento, nos perdemos en sus dinámicas y poco sabemos sobre su prevención. Proteger de esto a los menores y evitar que sufran las consecuencias implica que tenemos que conocer los riesgos a los que se pueden enfrentar para poner medios de prevención, o por lo menos, hacernos y hacerles conscientes de su existencia para que se mantengan alerta en la parte más virtual de su vida, del mismo modo que lo hacen en la analógica, ambas partes forman la vida real de los menores, es algo que debemos ayudarles a entender.
En un artículo anterior http://sentiaasecal.asecal.org/2020/03/abuso-y-explotacion-sexual-infantil-en.html hablábamos sobre la vulnerabilidad de los menores en la red ante prácticas relacionadas con el abuso sexual infantil. En esta ocasión se pretenden dar a conocer algunas de estas prácticas como primer paso para poder ayudar a los menores a protegerse de este tipo de ciberdelincuencia que vulnera su integridad sexual.
  • MORPHING: también conocida como pseudopornografía. Consiste en la edición de imágenes difundidas online que se distorsionan, manipulan y modifican para otorgarles connotaciones sexuales denigrantes y vejatorias, de manera que se vulnera la imagen del perjudicado. Uno de los métodos de protección más eficaces en la lucha contra esta práctica es evitar compartir en línea imágenes de menores, puesto que en este caso es necesario contar con una imagen del menor para su posterior modificación, en la medida en que evitemos que existan fotos de nuestros menores en Internet les estaremos protegiendo de estas modificaciones.
  • GROOMING: el objetivo final es incluir a la víctima en alguna actividad de tipo sexual, ya sea online o un encuentro físico. Para ello, el delincuente engaña a la víctima y crea un vínculo emocional con ella para, poco a poco, ir creando una relación de mayor confianza e intimidad en la que basar sus peticiones sin levantar las sospechas de la víctima, y que acepte, sin consultar a nadie, hacer aquello que le propone el acosador, y si no lo hace, son frecuentes las amenazas o los chantajes.  En este video podemos verlo con un ejemplo conocido por todos que nos ayudará a comprenderlo mejor:
  • SEXTING: es la producción de imágenes sexuales autogeneradas por la víctima y el envío de las mismas en conversaciones privadas o publicación en redes sociales. El sexting en sí mismo no constituye un delito, sin embargo la difusión de estas imágenes por parte de otras personas que no son las propietarias de las imágenes sí constituye un delito contra la intimidad.
  • ABUSO SEXUAL EN VIVO O LIVE STREAMING: es un abuso en directo. En este caso existen tres agentes intervinientes, por un lado están la víctima y el consumidor, pero se hace necesaria la colaboración de un tercero en el papel de facilitador del encuentro. El consumidor contacta con el facilitador y le solicita un encuentro online con unas determinadas características, le pide el tipo de abuso que desea presenciar. Posteriormente el facilitador y el consumidor acuerdan una fecha y hora concretas en las que el abuso va a tener lugar. El facilitador hace que la víctima esté presente en ese momento, y realiza aquel abuso concertado previamente con el consumidor, quien presenciará el encuentro de manera virtual. Existe una modalidad de este tipo de abuso que se combina con el turismo sexual, y ocurre cuando el consumidor solicita al facilitador una determinada víctima y viaja hasta el país donde se encuentra la víctima para perpetrar personalmente el abuso.
  • SEXTORSIÓN: es un tipo de explotación sexual que consiste en la extorsión a la víctima con la amenaza de difundir imágenes íntimas personales si no cede a las pretensiones solicitadas (si no quiere enviar más fotos, concertar un encuentro real, dinero…).

 
El avance de internet y su inclusión en nuestro día a día es algo imparable y a lo que no nos debemos oponer, si bien es cierto que hay que dotar a nuestros jóvenes de conocimientos sobre los peligros que esconde la red y estrategias y recursos que puedan poner en marcha si en algún momento detectan que ellos, o algunos de sus amigos o conocidos, son víctimas de alguna de estas prácticas, y sobre todo, ofrecerles una mirada comprensiva y que no les culpe o les juzgue por ser las víctimas, por lo que uno de los factores de protección más importantes con los que deberían contar nuestros menores es tener una relación de confianza con sus adultos, que sepan que, si en algún momento les ocurre algo así, pueden contarlo y que la intención será buscar la solución al problema, no aumentar su sentimiento de culpa. 

El INCIBE (Instituto Nacional de Ciberseguridad) (https://www.is4k.es/ayuda) pone a disposición de todos los ciudadanos un número de asistencia gratuita y confidencial (no deja rastro en la factura) sobre temas relacionados con la ciberseguridad, está especialmente dirigido a menores y su entorno, y su horario de atención es de lunes a domingo de 09:00 a 21:00. Por lo que si estás, o conoces a alguien que esté sufriendo una situación similar a lo comentado marca el 017 y déjate asesorar.

 

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