Si no vives como piensas acabarás pensando como vives.
Cuando
interaccionamos con el ambiente, no es sólo nuestra mente la que se relaciona
con el contexto, sino que nuestro cuerpo también toma un papel significativo
que en ocasiones obviamos.
Por
tener un entrenamiento mucho más mental y priorizar este sobre el corporal, a
la mayoría no nos cuesta dar una explicación
de lo que nos pasa, pero; ¿somos realmente conscientes de cómo sentimos
o solo justificamos nuestras acciones?
En
ocasiones tenemos sensaciones corporales que contienen información implícita de
la que todavía no hemos pensado. Es importante poner en contacto la mente y el
cuerpo para ser conscientes de que ambos comparten la misma información.Si el cuerpo y la mente no mantienen un feedback puede pasar que hemos entendido mentalmente cierta información, que nos llega normalmente por un canal verbal, sin embargo cuando atendemos a lo que el cuerpo está sintiendo podemos comprender que a veces no ha asimilado la información mental.
El
cuerpo que es más lento, necesita estar preparado para cambiar algunos
comportamientos que nuestra cabeza ya ha comenzado a asimilar y la manera de
asimilar estos cambios suele ser por imitación con la activación de lo que se
conoce como neuronas espejo o tomando conciencia de la manera en la que el
cuerpo se expresa.
Por
eso es importante educar a nuestra mente a tener una sensación sentida del cuerpo.
Voy a poner dos ejemplos especialmente significativos en ambas direcciones:
Voy a poner dos ejemplos especialmente significativos en ambas direcciones:
1.
Aprender
a cuidar. El cuerpo ha asimilado una información de la cual la mente
no es plenamente consciente.
2.
Pedir
ayuda. La mente ha asimilado una información para la cual el cuerpo no tiene
recursos.
1. Aprender a cuidar.
Michael Meaney, estudió en
ratas cómo las diferentes madres criaban a sus hijas.
En las ratas el cuidado materno consiste en lamer y alimentar, Meany
cuantifica estas tareas y diferencia entre unas madres más o menos cuidadoras.
En primer lugar observó que las ratitas que habían sido criadas por madres menos cuidadosas, de mayores eran también poco cuidadosas, concluyó que estaban genéticamente predispuestas a ser “ madres descuidadas".
Más adelante decidió poner bajo el cuidado de las madres más entregadas a crías del otro grupo. Los resultados mostraron que siendo adultas habían aprendido a cuidar a sus crías como sus madres adoptivas prevaleciendo su experiencia vivida. Esto contradijo a su primera conclusión. No había predisposición genética, era aprendizaje vivencial, del cual ni tan siquiera había una voluntad al cambio.
En primer lugar observó que las ratitas que habían sido criadas por madres menos cuidadosas, de mayores eran también poco cuidadosas, concluyó que estaban genéticamente predispuestas a ser “ madres descuidadas".
Más adelante decidió poner bajo el cuidado de las madres más entregadas a crías del otro grupo. Los resultados mostraron que siendo adultas habían aprendido a cuidar a sus crías como sus madres adoptivas prevaleciendo su experiencia vivida. Esto contradijo a su primera conclusión. No había predisposición genética, era aprendizaje vivencial, del cual ni tan siquiera había una voluntad al cambio.
En una segunda fase este investigador decidió estudiar el comportamiento
humano, viendo que se producían los mismos cambios que en los roedores.
Al igual que los roedores modifican su conducta por imitación, sin ser
conscientes de ello, nosotros a lo largo de nuestra vida vamos modificando
parte de nuestro comportamiento diario por imitación, de manera experiencial y
normalmente solo tomamos consciencia de una parte de este cambio cuando se
analiza desde una mirada retrospectiva. El ser consciente nos ayuda a tener un
mayor control sobre las influencias, que como seres sociales, tienen los demás
sobre cada uno.
2. Pedir ayuda.
Teóricamente todos
sabemos que si no podemos conseguir las cosas solos, podemos pedir a los demás que nos ayuden.
Sin embargo la sensación corporal no la
tenemos, nadie nos la ha enseñado:
- ¿Cuándo tengo que
pedir ayuda?, ¿Cuándo llego a un nivel 5 de ansiedad, un 6, o tal vez un 7…?
Por otra parte la
información corporal de pedir ayuda es que hay que aguantar lo máximo para no mostrar
debilidad y no “molestar” a los demás
con nuestras peticiones ansiosas.
A mi entender, es
algo muy importante porque esto nos va a llevar una consecuencia directa: si no
sabemos pedir ayuda, es muy probable que aunque la necesitemos no la pidamos.
Por lo tanto, cuando
queremos cambiar algo que ya hemos aprendido hay que tener en cuenta que el entender el porqué
de las cosas no garantiza el cambio. En un cambio, tiene que pasar a la acción
el pensamiento o la idea para que se convierta en una realidad integrada. El
ser consciente de cómo reacciona el cuerpo nos hace tener un mayor control
sobre cualquier cambio.
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