EL ABECEDARIO O CLAVES PARA SUPERAR UNA EXPERIENCIA DÍFICIL DE ADOPCIÓN
En nuestra experiencia clínica estamos acostumbrados a ver las dificultades que
tienen las personas para adaptarse a los niños que adoptan. En muchas ocasiones
son verdaderos “calvarios”, por ello decidí, al conocer a esta familia, que
debían compartir su experiencia y darnos ideas para lograr el éxito en esta dura
tarea de adaptarse a los adoptados.
Esto es lo que nos contaron: “Hace dos años y medio comenzó nuestro acogimiento preadoptivo con Chico de 9 años y Chica de 6 años. Aunque nos habían dicho por varios ámbitos la dificultad que conllevaba adoptar dos niños y además de estas edades, nosotros estábamos muy ilusionados con ello. Al principio tanto ellos como nosotros éramos unos desconocidos. Además nosotros éramos padres primerizos, sin embargo, parecía que todo funcionaba muy bien y todos poníamos de nuestra parte para que así fuera. A las dos semanas aproximadamente apareció nuestro primer reto. Chico no quería hacer las tareas del colegio y aunque tuvimos mucha paciencia con él, sin embargo, término marchándose de casa. Chica comenzó a llorar desconsoladamente llamando a su hermano. Ya habíamos comprobado en varias ocasiones pequeñas rabietas de Chico pero no nos parecieron importantes. En esos momentos actuamos con calma, consolando a Chica y distrayéndola con cosas atrayentes para ella. El padre, salió fuera de casa para comprobar donde se encontraba Chico y vio que estaba escondido a la vuelta de la manzana. Dejamos las puertas abiertas y él se fue acercando poco a poco a casa hasta que entró dentro. Después de este primer episodio aparecieron muchas otros y más graves: golpes en puertas y paredes; rayones en paredes, suelos y puertas; abolladuras a puertas, paredes y suelos; golpes fuertes e insultos de gravedad a su hermana y a nosotros; lanzamiento de objetos de distinto calibre; agresiones a sí mismo (se daba golpes en la cabeza, se echaba las manos al cuello intentando ahogarse, decía que se quería morir, que quería matarse y matarnos a nosotros tres); rotura de los cristales de la biblioteca del colegio; agresiones físicas y verbales a otros niñ@s más pequeños; pequeños hurtos en tiendas, en el colegio, a otros niños y en casa.
Toda esta situación nos asustaba. Sin embargo, estábamos convencidos que esto tendría alguna solución y alguna salida. Comenzamos por no atender a sus llamadas de atención ante los destrozos de la casa, llegando incluso a decirle que aunque llegara a quemar la casa le íbamos a querer y no le íbamos a abandonar. Simplemente estaríamos los cuatro juntos aunque fuese debajo de un puente. Por otro lado no aceptábamos que él se llamara a sí mismo "niño malo", si no que hablábamos de comportamientos inadecuados para él. Intentamos no culpabilizarle, sino hacerle responsable del hecho concreto que hubiese realizado y que era consecuencia del comportamiento que otros le habían enseñado mal. Otra de las medidas que tomamos fue poner cerraduras en todas las puertas de la casa, salvo en los cuartos de baño y dejar lo mínimo posible en su habitación, es decir, la cama, la mesa de estudio, una silla y una lámpara o flexo. De esta manera conseguíamos saber con más certeza en que lugar de la casa se encontraba y que estaba haciendo (nuestra casa es de 4 plantas y tiene 8 espacios) ya que los objetos los utilizaba como armas contra su hermana, nosotros, la casa o también contra sí mismo. También evitamos que se pudiese esconder en mil lugares. Tenía libre acceso a los cuartos de baño, a las escaleras y a los pasillos. Además de esta manera no acudíamos a sus llamadas de atención para perseguirle y buscarle por toda la casa. Seguíamos haciendo nuestra vida cotidiana, cerca de él, sin presionarle, hasta que consiguiera tranquilizarse por sí mismo. También le indicábamos que cuando se tranquilizara, atenderíamos a su reclamo. Estas medidas iniciales no dieron su fruto rápidamente. De hecho, el verano pasado, tras año y medio con ellos pensábamos que la situación se nos escapaba y que no podríamos superarla. Estaba más violento, agitado,nervioso y agresivo, que nunca. Sin embargo, decidimos no rendirnos. Como en otras muchas y habituales ocasiones cuando surge algo difícil de solucionar, hacemos una pausa en nuestra vida y nos paramos a reflexionar, ya sea 5 minutos o 24 horas. Esto nos proporciona un momento relajado en el que la mente y el corazón que estaba a cien y bloqueado, comienza a funcionar de nuevo a la velocidad adecuada. Esto nos proporciona nuevas salidas y soluciones que antes no veíamos; y los niños, al ver que tu te relajas y paras, también se relajan y se paran. Les ayuda a ellos a reflexionar sobre lo ocurrido a la vez que a nosotros. Tras este momento, y encontrar nuevos caminos, los niños, están más receptivos a la escucha y nosotros más tranquilos, las soluciones llegan y el problema desaparece.
Así, fuimos aplicando para los dos o para cada uno de ellos, según fuera necesario:
A) Paciencia "infinita": si en algún momento se te acaba, date tiempo a ti como adulto y aléjate física y mentalmente de la situación, es decir, haz una pausa;
B) Firmeza "constante": es mejor ser constante en algo concreto y pequeño, que sea fácilmente controlable, que querer abarcar demasiado;
C) Coherencia: no le pidas a tu hijo algo en lo que tú no crees y no aplicas en tu vida habitualmente;
D) Cariño incondicional: tú decides quererle en cada momento y ocasión, aunque él decida no quererte;
E) Dar gratuitamente: aceptar que tu hijo puede responder de forma contraria a lo que tu puedas esperar cuando tú le das tu tiempo, tu cariño, tu escucha, tu aceptación, etc.;
F) Humor inteligente: cuando te provoca o intenta retarte y sacarte de tus casillas utilizar el humor para que él compruebe que no está consiguiendo su objetivo;
G) Aceptar que somos vulnerables y que nos equivocamos y cometemos errores: le decimos que también nos equivocamos y que somos débiles y que por ello necesitamos que él disculpe nuestros errores, fracasos y miedos, y que sabemos que él también los tiene, que no es malo tenerlos y que nosotros también se los disculpamos porque le queremos y aceptamos como es; permitirles que puedan rectificar ante sus errores y apoyarles y ayudarles a ello; enseñarles que pedir disculpas o perdón no es algo humillante sino algo bueno y positivo para construir la relación entre las personas que hemos dañado a través de nuestros actos (mirarse a los ojos, pedir disculpas por el hecho realizado, comprometernos a mejorar y darnos un abrazo y un beso cariñoso de reconciliación);
H) Reforzar lo positivo con generosidad, destacarlo y valorarlo.
I) Aplicar consecuencias: concretas en espacio y tiempo, no demasiado grandes ni dilatadas en el tiempo, que sean fáciles de cumplir para él y que estén relacionadas con el acto realizado y para nosotros como adultos, fáciles de mantener y cumplir en espacio y tiempo;
J) Valorar el contacto físico de forma positiva con muestras de cariño como abrazos, besos, caricias, darse la mano, masajes, que pongan de manifiesto la unión familiar;
K) Enseñarles y permitir que resuelvan los conflictos entre hermanos, actuando nosotros, sólo si fuera necesario como moderadores o como guías en esa resolución;
L) Permitir que ellos tengan la opción de tomar decisiones adecuadas para ellos y llegar a acuerdos entre ellos o con nosotros: hacer que ellos acepten sus consecuencias, ya sean premios o pérdidas;
M) Escucharles en sus necesidades y preocupaciones, aunque muchas de ellas podamos pensar que no son propias de su edad, sino propias de sus experiencias de vida anteriores y que otros niños de su edad física normalmente no tienen: necesito dormir con la luz encendida, no poder permanecer solos en una habitación, tener que estar al otro lado de la puerta abierta mientras te duchas, levantarte cada 3 horas porque se despierta y permanecer a su lado hasta que se duerme de nuevo, no querer estar nada más que con mamá desde el primer día, etc;
N) Hacerles saber en todo momento lo importantes que son para nosotros y que aunque otras personas no entiendan que soportemos esta situación de vida, sin embargo nosotros seguiremos por este camino y nadie nos podrá convencer de lo contrario;
Ñ) Ser autónomos. Chico se sentía en muchas ocasiones mal porque decía que no sabía hacer nada y que sí lo hacia, lo hacía mal y por eso no lo hacía: desde la más mínima higiene personal hasta la alimentación, la salud, el no ver el peligro en las cosas, etc; y Chica sentía una dependencia enorme de la figura materna que le impedía relacionarse con otros niñ@s y con otras personas, incluido su propio padre y su hermano, ya que con este último tenía una relación de sumisión y de pasividad ante él. Chico ha mejorado mucho con el refuerzo positivo. También el permitirle llegar a acuerdos con nosotros. Si en alguna ocasión se queja de las consecuencias, le preguntamos si nos habíamos equivocado nosotros en llegar a ese acuerdo con él. Si su respuesta es afirmativa le decimos que como a nosotros nos gusta aprender de nuestros errores, tomaríamos nota y no permitiríamos en otra ocasión llegar a ese acuerdo. De esta manera el acepta su consecuencia y la cumple. Chica se ha ido separando de la figura materna. La concepción de "yo soy pequeñita y no quiero crecer" ha cambiado. Ahora comienza a reivindicar que es mayor y que puede hacer cosas de mayor. Para permitírselo le decimos que tiene que realizar determinadas cosas como estar con papá o con otros niñ@s y no tanto con mamá. Además se le mandan encargos en los que mamá no esta presente, aunque siempre cerca y apoyándola en su acción. Y que sí quiere hacer cosas de mayor es porque es mayor para todo lo demás no sólo para lo que a ella le interesa. No le permitimos que hablé tampoco como un bebé, sin construir frases, y las palabras que no dice bien se las corregimos de forma inmediata. Además cuando nos habla a gritos hacemos como que no oímos y cuando habla como una niña pequeña en una rabieta le decimos que ella sabe decirlo como una niña mayor y hasta que no lo hace así no la escuchamos. Cada vez utiliza menos el lloro de bebé porque sabe que no la hacemos caso.
O) Mostrarles el valor de la amistad mostrándoles la relación que tenemos nosotros con nuestros amigos, de respeto y confianza.
P) La importancia del saber y del conocimiento como algo que ayuda a defender sus derechos ante los demás y a construirse como personas: refuerzos muy positivos ante los buenos resultados académicos y ayudarles a que perciban que todo lo que aprenden tiene su aplicación directa en el día a día.
Q) La felicidad está dentro de uno mismo no en el exterior. Jugar por placer, no por el solo hecho de ganar; la buena higiene, alimentación y salud nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos. R) El respeto hacia sí mismo y hacia los demás. Valorarse a sí mismo como alguien que merece la pena. Nosotros les aceptamos tal y como son y sus amigos también les decimos que así, les tienen que aceptar. También ellos deben aceptar y respetar como son los otros, empezando por su hermano/a y a nosotros también.
S) Jugar con ellos en el respeto de los unos hacia los otros y haciendo que se cumplan las normas aceptadas y acordadas por todos antes del inicio del juego. Tú, cómo padre tienes que volverte un poco infantil y sacar el niño que llevas dentro. Hacerles cosquillas; hacer de portero o jugar al fútbol aunque no te guste nada; hacer del personaje que te pida en sus juegos; permitir que te moje con agua en el verano, ser más flexible en esos momentos, aunque siempre dentro de un ambiente seguro; dejar que te peine, que te vista, que te pinte, etc. Buscamos la complicidad y un momento en los que todos estamos más relajados, también nosotros como padres.
Actualmente, Chico ha dejado de dar golpes, de romper cosas de forma intencionada,; han desaparecido los hurtos; ha empezado a sentir empatía y a preocuparse por nuestro estado de ánimo o de salud; respeta más a su hermana; es más consciente de cuando produce daño a alguien ya que suele pedir perdón casi de forma automática y rectifica su comportamiento; tiene más paciencia; es menos impulsivo en sus acciones; esta más cercano y cariñoso; se muestra más tranquilo y relajado; en sus juegos no se enfada de forma exagerada cuando pierde; va aceptando mejor las frustraciones y las esperas; tiene mayor complicidad con nosotros; busca jugar más con nosotros y le gusta más que nosotros juguemos con él; reflexiona mejor ante sus posibles acciones y acepta mejor las consecuencias; no se cree que sea "malo" y se ha empezado a dar cuenta que uno no lo es sino que son sus acciones lo que le hacen que tenga consecuencias y que las consecuencias en muchas ocasiones pueden ser premios; no miente de manera compulsiva. Con Chica también se ha producido un gran cambio. Ella fue muy cariñosa desde el principio, pero era muy insegura y dependiente. Su timidez estaba a flor de piel. Estaba casi todo el tiempo pegada a mamá. Además su lenguaje y comportamiento eran casi los de una niña de 3 años. Ella decía que quería ser pequeña y además que lo era. Con ella hemos utilizado otras medidas. Hemos fomentado su autoestima valorando todo aquello que ella se atreviera a hacer por sí misma y facilitando el hecho de que pudiera relacionarse con otros niños y niñas de su edad. Actualmente, sigue siendo tan cariñosa como siempre y aunque mamá sigue estando muy presente en su vida, papá también lo está ya para ella. Además ha hecho nuevos amigos y se atreve a separarse de nosotros y hacer cosas por sí misma, sin que estemos al lado suyo aunque sí muy cerca. Ha empezado a reafirmarse como persona mayor y a defender sus derechos como tal. Se hace respetar más y mejor por su hermano y ella misma intenta aplicarle consecuencias por las faltas de respeto de él. Sabemos que aún nos queda un largo camino por recorrer y además que como todo padre nos tocara superar los problemas y dificultades propias de cada etapa y las que nos depare la vida. Sin embargo, la satisfacción y la plenitud que sentimos al ver a nuestros hijos más seguros, tranquilos, sintiéndose queridos, integrados, viviendo una vida normal, nos da fuerzas para seguir con esta aventura del día a día y a seguir disfrutando de todos los buenos momentos y grandes alegrías que nos proporcionan. Animamos a otros a que vivan esta aventura difícil pero maravillosa y apasionante que te da la oportunidad de querer a niños que han tenido como experiencia vital el abandono por parte de otros.
Han pasado algo más de dos años hasta que han llegado hasta aquí y a nosotros solo nos queda expresar nuestra gratitud a esta familia por compartir su experiencia vital, desearles lo mejor y a ustedes, queridos lectores, pedirles disculpas por la extensión del artículo, pero creemos que los recortes en las relaciones humanas, no son buenos”.
Esto es lo que nos contaron: “Hace dos años y medio comenzó nuestro acogimiento preadoptivo con Chico de 9 años y Chica de 6 años. Aunque nos habían dicho por varios ámbitos la dificultad que conllevaba adoptar dos niños y además de estas edades, nosotros estábamos muy ilusionados con ello. Al principio tanto ellos como nosotros éramos unos desconocidos. Además nosotros éramos padres primerizos, sin embargo, parecía que todo funcionaba muy bien y todos poníamos de nuestra parte para que así fuera. A las dos semanas aproximadamente apareció nuestro primer reto. Chico no quería hacer las tareas del colegio y aunque tuvimos mucha paciencia con él, sin embargo, término marchándose de casa. Chica comenzó a llorar desconsoladamente llamando a su hermano. Ya habíamos comprobado en varias ocasiones pequeñas rabietas de Chico pero no nos parecieron importantes. En esos momentos actuamos con calma, consolando a Chica y distrayéndola con cosas atrayentes para ella. El padre, salió fuera de casa para comprobar donde se encontraba Chico y vio que estaba escondido a la vuelta de la manzana. Dejamos las puertas abiertas y él se fue acercando poco a poco a casa hasta que entró dentro. Después de este primer episodio aparecieron muchas otros y más graves: golpes en puertas y paredes; rayones en paredes, suelos y puertas; abolladuras a puertas, paredes y suelos; golpes fuertes e insultos de gravedad a su hermana y a nosotros; lanzamiento de objetos de distinto calibre; agresiones a sí mismo (se daba golpes en la cabeza, se echaba las manos al cuello intentando ahogarse, decía que se quería morir, que quería matarse y matarnos a nosotros tres); rotura de los cristales de la biblioteca del colegio; agresiones físicas y verbales a otros niñ@s más pequeños; pequeños hurtos en tiendas, en el colegio, a otros niños y en casa.
Toda esta situación nos asustaba. Sin embargo, estábamos convencidos que esto tendría alguna solución y alguna salida. Comenzamos por no atender a sus llamadas de atención ante los destrozos de la casa, llegando incluso a decirle que aunque llegara a quemar la casa le íbamos a querer y no le íbamos a abandonar. Simplemente estaríamos los cuatro juntos aunque fuese debajo de un puente. Por otro lado no aceptábamos que él se llamara a sí mismo "niño malo", si no que hablábamos de comportamientos inadecuados para él. Intentamos no culpabilizarle, sino hacerle responsable del hecho concreto que hubiese realizado y que era consecuencia del comportamiento que otros le habían enseñado mal. Otra de las medidas que tomamos fue poner cerraduras en todas las puertas de la casa, salvo en los cuartos de baño y dejar lo mínimo posible en su habitación, es decir, la cama, la mesa de estudio, una silla y una lámpara o flexo. De esta manera conseguíamos saber con más certeza en que lugar de la casa se encontraba y que estaba haciendo (nuestra casa es de 4 plantas y tiene 8 espacios) ya que los objetos los utilizaba como armas contra su hermana, nosotros, la casa o también contra sí mismo. También evitamos que se pudiese esconder en mil lugares. Tenía libre acceso a los cuartos de baño, a las escaleras y a los pasillos. Además de esta manera no acudíamos a sus llamadas de atención para perseguirle y buscarle por toda la casa. Seguíamos haciendo nuestra vida cotidiana, cerca de él, sin presionarle, hasta que consiguiera tranquilizarse por sí mismo. También le indicábamos que cuando se tranquilizara, atenderíamos a su reclamo. Estas medidas iniciales no dieron su fruto rápidamente. De hecho, el verano pasado, tras año y medio con ellos pensábamos que la situación se nos escapaba y que no podríamos superarla. Estaba más violento, agitado,nervioso y agresivo, que nunca. Sin embargo, decidimos no rendirnos. Como en otras muchas y habituales ocasiones cuando surge algo difícil de solucionar, hacemos una pausa en nuestra vida y nos paramos a reflexionar, ya sea 5 minutos o 24 horas. Esto nos proporciona un momento relajado en el que la mente y el corazón que estaba a cien y bloqueado, comienza a funcionar de nuevo a la velocidad adecuada. Esto nos proporciona nuevas salidas y soluciones que antes no veíamos; y los niños, al ver que tu te relajas y paras, también se relajan y se paran. Les ayuda a ellos a reflexionar sobre lo ocurrido a la vez que a nosotros. Tras este momento, y encontrar nuevos caminos, los niños, están más receptivos a la escucha y nosotros más tranquilos, las soluciones llegan y el problema desaparece.
Así, fuimos aplicando para los dos o para cada uno de ellos, según fuera necesario:
A) Paciencia "infinita": si en algún momento se te acaba, date tiempo a ti como adulto y aléjate física y mentalmente de la situación, es decir, haz una pausa;
B) Firmeza "constante": es mejor ser constante en algo concreto y pequeño, que sea fácilmente controlable, que querer abarcar demasiado;
C) Coherencia: no le pidas a tu hijo algo en lo que tú no crees y no aplicas en tu vida habitualmente;
D) Cariño incondicional: tú decides quererle en cada momento y ocasión, aunque él decida no quererte;
E) Dar gratuitamente: aceptar que tu hijo puede responder de forma contraria a lo que tu puedas esperar cuando tú le das tu tiempo, tu cariño, tu escucha, tu aceptación, etc.;
F) Humor inteligente: cuando te provoca o intenta retarte y sacarte de tus casillas utilizar el humor para que él compruebe que no está consiguiendo su objetivo;
G) Aceptar que somos vulnerables y que nos equivocamos y cometemos errores: le decimos que también nos equivocamos y que somos débiles y que por ello necesitamos que él disculpe nuestros errores, fracasos y miedos, y que sabemos que él también los tiene, que no es malo tenerlos y que nosotros también se los disculpamos porque le queremos y aceptamos como es; permitirles que puedan rectificar ante sus errores y apoyarles y ayudarles a ello; enseñarles que pedir disculpas o perdón no es algo humillante sino algo bueno y positivo para construir la relación entre las personas que hemos dañado a través de nuestros actos (mirarse a los ojos, pedir disculpas por el hecho realizado, comprometernos a mejorar y darnos un abrazo y un beso cariñoso de reconciliación);
H) Reforzar lo positivo con generosidad, destacarlo y valorarlo.
I) Aplicar consecuencias: concretas en espacio y tiempo, no demasiado grandes ni dilatadas en el tiempo, que sean fáciles de cumplir para él y que estén relacionadas con el acto realizado y para nosotros como adultos, fáciles de mantener y cumplir en espacio y tiempo;
J) Valorar el contacto físico de forma positiva con muestras de cariño como abrazos, besos, caricias, darse la mano, masajes, que pongan de manifiesto la unión familiar;
K) Enseñarles y permitir que resuelvan los conflictos entre hermanos, actuando nosotros, sólo si fuera necesario como moderadores o como guías en esa resolución;
L) Permitir que ellos tengan la opción de tomar decisiones adecuadas para ellos y llegar a acuerdos entre ellos o con nosotros: hacer que ellos acepten sus consecuencias, ya sean premios o pérdidas;
M) Escucharles en sus necesidades y preocupaciones, aunque muchas de ellas podamos pensar que no son propias de su edad, sino propias de sus experiencias de vida anteriores y que otros niños de su edad física normalmente no tienen: necesito dormir con la luz encendida, no poder permanecer solos en una habitación, tener que estar al otro lado de la puerta abierta mientras te duchas, levantarte cada 3 horas porque se despierta y permanecer a su lado hasta que se duerme de nuevo, no querer estar nada más que con mamá desde el primer día, etc;
N) Hacerles saber en todo momento lo importantes que son para nosotros y que aunque otras personas no entiendan que soportemos esta situación de vida, sin embargo nosotros seguiremos por este camino y nadie nos podrá convencer de lo contrario;
Ñ) Ser autónomos. Chico se sentía en muchas ocasiones mal porque decía que no sabía hacer nada y que sí lo hacia, lo hacía mal y por eso no lo hacía: desde la más mínima higiene personal hasta la alimentación, la salud, el no ver el peligro en las cosas, etc; y Chica sentía una dependencia enorme de la figura materna que le impedía relacionarse con otros niñ@s y con otras personas, incluido su propio padre y su hermano, ya que con este último tenía una relación de sumisión y de pasividad ante él. Chico ha mejorado mucho con el refuerzo positivo. También el permitirle llegar a acuerdos con nosotros. Si en alguna ocasión se queja de las consecuencias, le preguntamos si nos habíamos equivocado nosotros en llegar a ese acuerdo con él. Si su respuesta es afirmativa le decimos que como a nosotros nos gusta aprender de nuestros errores, tomaríamos nota y no permitiríamos en otra ocasión llegar a ese acuerdo. De esta manera el acepta su consecuencia y la cumple. Chica se ha ido separando de la figura materna. La concepción de "yo soy pequeñita y no quiero crecer" ha cambiado. Ahora comienza a reivindicar que es mayor y que puede hacer cosas de mayor. Para permitírselo le decimos que tiene que realizar determinadas cosas como estar con papá o con otros niñ@s y no tanto con mamá. Además se le mandan encargos en los que mamá no esta presente, aunque siempre cerca y apoyándola en su acción. Y que sí quiere hacer cosas de mayor es porque es mayor para todo lo demás no sólo para lo que a ella le interesa. No le permitimos que hablé tampoco como un bebé, sin construir frases, y las palabras que no dice bien se las corregimos de forma inmediata. Además cuando nos habla a gritos hacemos como que no oímos y cuando habla como una niña pequeña en una rabieta le decimos que ella sabe decirlo como una niña mayor y hasta que no lo hace así no la escuchamos. Cada vez utiliza menos el lloro de bebé porque sabe que no la hacemos caso.
O) Mostrarles el valor de la amistad mostrándoles la relación que tenemos nosotros con nuestros amigos, de respeto y confianza.
P) La importancia del saber y del conocimiento como algo que ayuda a defender sus derechos ante los demás y a construirse como personas: refuerzos muy positivos ante los buenos resultados académicos y ayudarles a que perciban que todo lo que aprenden tiene su aplicación directa en el día a día.
Q) La felicidad está dentro de uno mismo no en el exterior. Jugar por placer, no por el solo hecho de ganar; la buena higiene, alimentación y salud nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos. R) El respeto hacia sí mismo y hacia los demás. Valorarse a sí mismo como alguien que merece la pena. Nosotros les aceptamos tal y como son y sus amigos también les decimos que así, les tienen que aceptar. También ellos deben aceptar y respetar como son los otros, empezando por su hermano/a y a nosotros también.
S) Jugar con ellos en el respeto de los unos hacia los otros y haciendo que se cumplan las normas aceptadas y acordadas por todos antes del inicio del juego. Tú, cómo padre tienes que volverte un poco infantil y sacar el niño que llevas dentro. Hacerles cosquillas; hacer de portero o jugar al fútbol aunque no te guste nada; hacer del personaje que te pida en sus juegos; permitir que te moje con agua en el verano, ser más flexible en esos momentos, aunque siempre dentro de un ambiente seguro; dejar que te peine, que te vista, que te pinte, etc. Buscamos la complicidad y un momento en los que todos estamos más relajados, también nosotros como padres.
Actualmente, Chico ha dejado de dar golpes, de romper cosas de forma intencionada,; han desaparecido los hurtos; ha empezado a sentir empatía y a preocuparse por nuestro estado de ánimo o de salud; respeta más a su hermana; es más consciente de cuando produce daño a alguien ya que suele pedir perdón casi de forma automática y rectifica su comportamiento; tiene más paciencia; es menos impulsivo en sus acciones; esta más cercano y cariñoso; se muestra más tranquilo y relajado; en sus juegos no se enfada de forma exagerada cuando pierde; va aceptando mejor las frustraciones y las esperas; tiene mayor complicidad con nosotros; busca jugar más con nosotros y le gusta más que nosotros juguemos con él; reflexiona mejor ante sus posibles acciones y acepta mejor las consecuencias; no se cree que sea "malo" y se ha empezado a dar cuenta que uno no lo es sino que son sus acciones lo que le hacen que tenga consecuencias y que las consecuencias en muchas ocasiones pueden ser premios; no miente de manera compulsiva. Con Chica también se ha producido un gran cambio. Ella fue muy cariñosa desde el principio, pero era muy insegura y dependiente. Su timidez estaba a flor de piel. Estaba casi todo el tiempo pegada a mamá. Además su lenguaje y comportamiento eran casi los de una niña de 3 años. Ella decía que quería ser pequeña y además que lo era. Con ella hemos utilizado otras medidas. Hemos fomentado su autoestima valorando todo aquello que ella se atreviera a hacer por sí misma y facilitando el hecho de que pudiera relacionarse con otros niños y niñas de su edad. Actualmente, sigue siendo tan cariñosa como siempre y aunque mamá sigue estando muy presente en su vida, papá también lo está ya para ella. Además ha hecho nuevos amigos y se atreve a separarse de nosotros y hacer cosas por sí misma, sin que estemos al lado suyo aunque sí muy cerca. Ha empezado a reafirmarse como persona mayor y a defender sus derechos como tal. Se hace respetar más y mejor por su hermano y ella misma intenta aplicarle consecuencias por las faltas de respeto de él. Sabemos que aún nos queda un largo camino por recorrer y además que como todo padre nos tocara superar los problemas y dificultades propias de cada etapa y las que nos depare la vida. Sin embargo, la satisfacción y la plenitud que sentimos al ver a nuestros hijos más seguros, tranquilos, sintiéndose queridos, integrados, viviendo una vida normal, nos da fuerzas para seguir con esta aventura del día a día y a seguir disfrutando de todos los buenos momentos y grandes alegrías que nos proporcionan. Animamos a otros a que vivan esta aventura difícil pero maravillosa y apasionante que te da la oportunidad de querer a niños que han tenido como experiencia vital el abandono por parte de otros.
Han pasado algo más de dos años hasta que han llegado hasta aquí y a nosotros solo nos queda expresar nuestra gratitud a esta familia por compartir su experiencia vital, desearles lo mejor y a ustedes, queridos lectores, pedirles disculpas por la extensión del artículo, pero creemos que los recortes en las relaciones humanas, no son buenos”.
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