LA ESCUCHA QUE VE AL OTRO


Vivimos en un mundo donde estamos constantemente recibiendo información, a través de la vista, el tacto, el gusto, el olfato y el oído. Hoy me quiero centrar en la escucha. Quienes trabajamos con personas corremos el riesgo de oír y no escuchar… escuchar es tan amplio… escuchar es conectar con el otro, es poderle ver más allá de las palabras, los gestos, la postura corporal… es verle en su totalidad. Tenemos mucha tendencia a fragmentar: “no, yo sólo me ocupo de recoger tu demanda”, “yo sólo me centro en tu dolor de cabeza”, “yo sólo me ocupo de que aprendas a leer, a sumar…”, Nos olvidamos que somos un todo relacionado.
A veces me pregunto: ¿cuánto hace que no me paro un minutín antes de que pase la persona con quien voy a compartir un tiempo? ¡Es tan importante! Pues no es lo mismo que vea a Juan, que a Clara, que al profesor/a… Este pararme, me facilita enfocar de nuevo mi atención hacia la persona con quién voy a estar y así poner en marcha mi comprensión del otro. 

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Este simple gesto me ayuda a acoger a la persona que entra, acogerla TODA y a la vez hacerme consciente de mis reacciones, las emociones que provoca en mí, pensamientos… y así facilitar que no interfieran en la escucha profunda hacia la persona que tengo delante y no poner nada propio en aquello que escucho. Este hacerme consciente me ayuda a aprender a escuchar cada día un poquito más, a contactar con cada uno de los niños/as, jóvenes y/o adultos con quien comparto experiencias, sentimientos, ideas, preocupaciones, alegrías, miedos, deseos… Siento que cuando lo consigo o me aproximo a ello, esta escucha me enriquece como persona y como profesional, me hace consciente del proceso que cada uno realiza y de la suerte de poder compartir camino con ellos. Me ayuda a resituarme, ante ellos y sentir ese “te veo” tan impactante y claro en la película de Avatar. “Veo quien eres tu realmente”, “yo te respeto, yo te amo, yo te honro, yo te reconozco”. Ese ver más allá de lo aparente, de las propias palabras en sí, de la conducta, de los resultados… Creo que es bueno, para todos los que trabajamos con personas, actualizar ese “sentirnos escuchados”, como señala Carl Rogers, pues nos ayuda a recordar que cuando lo hemos sido, somos conscientes que quien nos escucha, lo hace incluso más profundamente de lo que uno mismo se puede haber escuchado y nos facilita experimentar lo que es escuchar sin juzgar, sin evaluar.
   Me vuelvo a escuchar a mí misma, hago silencio y me pregunto: “¿he escuchado? ¿he recogido información? ¿he perseguido mi objetivo sin sintonizar con el objetivo o interés del otro? ¿he juzgado? ¿le reconozco? ¿le respeto?

Finalizamos con esta canción, “soy luz”, que nos dirige a la escucha de la persona toda. La persona no es eso que le pasa...  “yo no soy las cosas que mi familia hizo” … “No soy los pedazos de mis sueños rotos en mi interior” … “No soy los errores que he cometido” … “Yo soy luz” … “Mi alma dentro es toda luz”. El que escucha no puede olvidar que cada persona es "luz", cada persona es una posibilidad... ¿la escuchamos?





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