ÁMBITO ESCOLAR: CUIDEMOS A LAS FAMILIAS

Si durante mi jornada laboral no realizo mis tareas profesionales o tengo un comportamiento inadecuado, debo esperar que mis responsables superiores, me indiquen, corrijan o incluso sancionen. No aceptaría o me sentaría muy mal, que informaran a mi familia o a mi pareja y mucho menos que les encargaran a ellos la misión de corregirme o sancionarme. ¿No sería justo, verdad?. Si esto fuera así, mis relaciones familiares se verían afectadas y posiblemente deterioradas.

Los niños y niñas que han sufrido malos tratos en sus familias de origen (abandono, golpes, quemaduras, abusos, etc...), son niños que entre otras consecuencias, suelen presentar dificultades de aprendizaje, de atención, de memoria, de motricidad, etc... 


Todo esto es debido a que sus cuerpos y su cerebro, no han podido desarrollarse y madurar como en otro niño criado en un ambiente más respetuoso. Estos chicos y chicas pasan la mitad de su jornada en un ambiente escolar, donde suelen competir en desventaja y donde frecuentemente presentan muchas dificultades en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
De estos niños maltratados, algunos "afortunados" han sido separados de sus ambientes desfavorables y conviven en familias de acogida o de adopción. En estas nuevas familias tienen que aprender a querer y a dejarse querer adecuadamente, a disfrutar de su infancia, a sentirse protegidos y valorados, a confiar en los adultos y a aceptar y elaborar su historia de vida personal y familiar.

Las tareas, contenidos y competencias que tienen que aprender en la escuela, son muy importantes, pero aún lo es más, los retos y aprendizajes que tienen que adquirir en esas familias. Esto les va a servir para sobrevivir, adaptarse a este mundo y va a facilitar su bienestar.

Trabajamos con estas familias y frecuentemente nos expresan que la información que reciben de sus acogidos desde la escuela, les culpabiliza a ellos o les hace responsables de sus malos resultados o comportamientos. También cuentan que los niños van a casa con mucho trabajo escolar, que además de agotarles a todos, les quita mucho tiempo y energía para "trabajar" sus otras funciones familares. A esto hay que unirle, la cantidad de informes negativos que les llegan de todo lo que hace el niño en el colegio.

Con esto no quiero quitarle valor al colegio ni a los profesionales que en él, desarrollan su labor docente y educativa. Todo lo contrario, me gustaría que se entendiera y se valorara en su justa medida la tarea de estas familias y que las CUIDEMOS. Se trata de coordinarnos con ellas, entendiendo a sus niños (sus comportamientos y emociones), comprendiendo y valorando sus funciones, fomentando la coordinación entre todos, informando favorable y frecuentemente de los progresos y buscando soluciones desde el contexto escolar a los problemas que allí se generen, para que con todo ello el clima familiar sea el más propicio para el correcto desarrollo y bienestar del niño.

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