“SINTIENDO A CADA NIÑO”
Me decido, por
fin, a escribir sobre los nueve intensos meses transcurridos desde mi entrada
como terapeuta en el Programa de Tratamiento a la Infancia Maltratada de
Asecal. Son muchas las emociones y los sentimientos que debemos gestionar
quienes nos dedicamos a este mundo. Es fundamental el trabajo personal para
acompañar a estos menores. En este momento tengo clara una cosa que quiero
plasmar en este post: el punto de partida desde el que inicio la terapia.
Con frecuencia
se culpabiliza al niño o a los encargados de su crianza actual que creen estar
fallando en su ayuda. O se busca un origen genético: “es que su madre es así”…
Y muy frecuentemente se diagnostica una alteración psiquiátrica o neurológica medicando
al niño, en ocasiones hasta dejarlo “plano”, sin tener en cuenta su historia de
vida que nos explica perfectamente sus dificultades.
El impacto de
los malos tratos, la falta de atención y de estimulación, la vivencia de
episodios o experiencias traumáticas producen
alteraciones neuronales que no son observables a simple vista. Aunque sí los síntomas que generan: alteraciones relacionales, estado constante de
hipervigilancia, alteraciones en el uso de la memoria, episodios de evasión,
dificultades escolares, déficit de atención, hiperactividad, dificultades
comportamentales y una larga lista, consecuencia o fruto de la deprivación
experimentada en la primera infancia. A esas alteraciones neuronales hay que
sumar el modelo de crianza que ha tenido el niño, los determinantes genéticos,
el temperamento y las circunstancias presentes entre otros. Todo ello nos
alerta de una realidad compleja que necesita de una comprensión profunda.
Creo
fundamental, para emprender el camino de resiliencia, la valoración comprensiva
de la realidad del menor, honesta con su historia de vida, y reconocer que lo
que les sucede es previsible y comprensible teniendo en cuenta lo que le ha
tocado vivir. Hay que acompañar al niño y a las personas encargadas de su
cuidado a tomar conciencia de que sus dificultades emocionales, conductuales y
sociales se asocian a las experiencias vividas en su historia. Que muchas de
las manifestaciones que experimenta en forma de sensaciones o emociones de
malestar se vinculan con la memoria implícita y no verbal de la que no se
tienen recuerdos. Quizás mirarle como
nadie hasta ese momento lo ha hecho. A partir de esa comprensión estaremos aceptando las dificultades que tanta angustia
causan al menor y a su entorno. No para reconocerlo sin más, sino para marcar
el punto de inflexión desde el cual el niño, las familias y los profesionales podemos
generar estrategias, activar recursos y mecanismos
para reparar el daño con el fin de alcanzar el mayor grado de desarrollo y bienestar
biopsicosocial.
La importancia
de nuestra labor es ser agua fresca que llega a sus vidas, que cala muy poco a
poco y da oxígeno a sus realidades. Como
decía Lao Tse: “el agua es la cosa más suave, aun así puede penetrar tierra y
montañas. Esto muestra claramente el principio de que la suavidad supera la
dureza”.
El proceso tiene
que ver con mirar y sentir el mundo de cada niño.
Sus silencios.
Sus angustias.
Sus recuerdos…
En definitiva,
sus VIDAS.
Antoine Saint Exupery
El Principito
"Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya". Antoine Saint Exupery
ResponderEliminarEl Principito
¡Ánimo con vuestra labor!
Muchas gracias por tu cita/reflexión Félix!
EliminarCada niño nos indica el camino. La labor de todos los profesionales implicados en su protección... acompañarlo para que pueda encontrar su estrella.
Para que los niños maltratados no sean invisibles hay que "vacunarles" contra el miedo y darles "vidaminas" que les ayuden a crecer sanos en "todo". Para eso hace falta agua fresca y aire puro. ¿Quién mejor para abrir sus ventanas que personas tan comprometidas? Ánimo, vuestro trabajo no tiene precio. Lo que tiene es demasiado valor.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario José Luis! Me encanta trabajar con metáforas. Todos los días intento "abrir sus ventanas" con las "vidaminas" de las emociones agradables.
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