LA MENTALIZACIÓN. Abriéndome paso a través de ella.

En este post, me gustaría hablar de la mentalización. Mi interés ha ido creciendo en este tema según he ido adentrándome más en él y comprendiéndolo mejor. Mi atracción tiene que ver con la posibilidad de irlo concretando en la intervención, junto a otras técnicas. También reconozco, que me acerca, me refresca conceptos con los que he trabajado cuando mi intervención se centraba en niños de cero a seis años en “estimulación temprana”, conceptos como la intencionalidad (Bruner), los esquemas de acción, la comunicación y el desarrollo de la misma, la teoría de la mente…
Me hace ver y recordar que todo está relacionado y si cimentamos adecuadamente la infancia (afectivo, cognitivo, social, motriz, lenguaje…), la mentalización se hará presente, se desarrollará de forma paulatina y sin darnos cuenta en todo ser humano. Reconozco que también me atrae la mentalización porque está estrechamente relacionada con la teoría del apego y las neurociencias.

¿QUÉ ES LA MENTALIZACIÓN?
Si atendemos a PETER FONAGY, la mentalización es una habilidad que nos permite comprender, entender las acciones del otro y de uno mismo en términos de estados mentales, entendidos éstos como procesos de pensamiento, afectos, deseos, creencias…
Por lo tanto nos permite entender los comportamientos de los demás y los propios.
Como veis, ya podéis intuir mi interés, cuando al trabajar con los niños adolescentes, pre-adolescentes, percibo que no hay esa compresión o es errónea… cuando para la mentalización estamos predeterminados evolutivamente, por lo tanto si observamos esta dificultad, hay algo en el desarrollo de estos menores, que les ha dificultado el fomento de la misma.
La mentalización es una capacidad básica que utilizamos sin darnos cuenta, es predominantemente preconsciente, muchas veces es intuitiva y emocional.
Me gustaría poder detenerme un momento en que es una habilidad, entendida como cualquier clase de acción sistemática que un sujeto es capaz de producir en determinadas circunstancias y con determinados objetivos. Podemos decir, por lo tanto, que la habilidad se desarrolla en función de una intención. Y aprovecho para definir intención según G. BRUNER “ cuando un individuo actúa de forma persistente para alcanzar un estado final, elige entre medios y/o caminos alternativos para alcanzarlo, insiste en desplegar medios y corrige los medios desplegados para aproximarse más al estado final. Da por terminada su actividad cuando ha alcanzado determinadas características del estado final”.
Cuando refresco estos conceptos y los uno a la mentalización, me vienen a la mente menores con quienes trabajo, los cuales fijo que persiguen un objetivo (aunque a veces sea sólo momentáneo, en ocasiones), pero lo que veo es la dificultad que tienen para poder reflexionar sobre qué es lo que hacen para alcanzarlo, qué alternativas pueden llevar a cabo, cuales son más adecuadas, eficaces y por qué...

¿CÓMO SE DESARROLLA?
Se desarrolla en los primeros años de vida. Ya desde bebés, cuando hay adultos sensibles a sus necesidades (si llora, el adulto le atribuye una intención al bebé como un ser diferente al propio adulto y sus propias necesidades, el adulto puede pensar: llora porque tiene hambre o porque está mojado o porque tiene frío o…), cuando mantienen una relación afectiva, amorosa hacia él, cuando son capaces de considerarlo como alguien con estados mentales propios (deseos, afectos, pensamientos…) y además, no sólo consideran que tienen estados mentales propios, sino que son capaces de captarlos y por lo tanto, de tenerlos en cuenta al relacionarse con el niño. Cuando sucede esto se está desarrollando la mentalización.
Si os dais cuenta, esta relación con el bebé facilita establecer relaciones de apego seguro e inicia un buen desarrollo mentalizador al atribuirle pensamientos, afectos, deseos… propios y diferentes a los del adulto que se relaciona con él.




¿CÓMO SE DIFICULTA DICHO DESARROLLO?
Visto lo anterior, podemos deducir que cuando en las funciones parentales existen déficits y/o perturbaciones:
  • Para captar y posteriormente cubrir las necesidades del bebé.
  • Que impidan o dificulten tener una actitud amorosa, afectuosa hacia el bebé.
  • Que les dificulte intuir, percibir, detectar los deseos, afectos, pensamientos del bebé, es decir, que no sean capaces de percibir los estados mentales del bebé como algo diferente a los suyos propios.
Por lo tanto, cuando la relación entre el adulto cuidador y el niño es inadecuada, insana, de indiferencia… se dificultaría el desarrollo de la mentalización del niño. Los niños con quienes trabajamos han sufrido diversidad de traumas, más o menos severos y prolongados en el tiempo. Por lo tanto esta habilidad para mentalizar está alterada, presenta fallos que es conveniente detectar y abordar. Algunos de los niños con quienes trabajamos, observamos que no aprenden de sus propias conductas, no generalizan… algo tiene que ver con esta dificultad para mentalizar!!!!

¿PARA QUÉ ES NECESARIA LA MENTALIZACIÓN?
Pues es necesaria para:
  • Ayudar a regularnos emocionalmente
  • Caminar junto a otros y por lo tanto, nos ayuda a caminar en el mundo social. Nos permite establecer relaciones interpersonales satisfactorias
  • Entender al otro y a uno mismo en términos de estados mentales, es decir, en sus deseos, ideas, afectos, creencias, intenciones…, que pueden ser diferentes a los estados mentales propios.
Si retomo el inicio del post, donde hablaba de la importancia de la intencionalidad, la comunicación... me gustaría finalizar señalando que el lenguaje tiene un papel decisivo como FACILITADOR de la socialización y del aprendizaje. Principalmente cuando el lenguaje es entendido como un proceso compartido, dentro de contextos de interacción. (Bruner, Shaffer).
La comunicación la entendemos como aquellas conductas que el niño realiza intenciconalmente para afectar la conducta del otro con el fin de que reciba una información y actúe en consecuencia. El acto comunicativo se define con la intencionalidad. La intencionalidad comunicativa presupone reconocer la existencia de “otro” distinto, al que se le atribuyen estados mentales. Esta capacidad de dar sentido a lo que hacen los otros, está relacionada con hacer INFERENCIAS sobre las causas y los efectos de la conducta y a establecer interpretaciones de esos estados mentales.
A veces me pregunto y le devuelvo a los padres, acogedores, educadores... ¿qué intencionalidad le estamos dando a la conducta del niño? ¿qué le devuelvo a través de la comunicación: palabras, tonos, gestos..., sobre lo que hace? ¿cómo me comunico con el niño?... tantas preguntas me hago...
A veces me pregunto y a la vez pregunto a los padres, acogedores, educadores... ¿qué intencionalidad le estamos dando a la conducta del niño? ¿qué devolución hacemos los adultos a través de la comunicación: palabras, tonos, gestos..., sobre lo que hace? ¿cómo me comunico con el niño?... tantas preguntas me hago...

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