MI DIARIO: TÚ VALES, TÚ PUEDES.
Alguien se preguntó un día: ¿por qué cantan los pájaros? Yo
que trabajo en terapia me pregunto: ¿por qué las personas escriben en sus diarios
sus vivencias, emociones y desgracias? Pues la respuesta parece ser la misma,
porque tienen algo que EXPRESAR, COMUNICAR, CANTAR o SACAR. No lo hacen para
transmitir un mensaje, ni para ser
escuchados o leídos ni tampoco para buscar alguien que les conteste o les corrija, simplemente necesitan EXPRESAR.
He podido comprobar que la mera expresión de vivencias y emociones tiene un efecto maravilloso, porque sirve de desahogo y aumenta la sensación de bienestar. Durante la terapia tenemos que intentar crear un contexto cómodo y seguro que facilite esta revelación. Una vez conseguido esto, pretendemos buscar y potenciar los recursos personales que tienen todas las personas para solucionar sus dificultades y superar sus crisis. Esta mañana cuando me despedía de una persona con la que habíamos trabajado en terapia cerca de un año, al hacer el resumen de lo que había conseguido y como lo había hecho, me di cuenta que, junto con la alegría de despedirme de alguien que había mejorado su bienestar, tenía otra emoción contraria, mitad tristeza y mitad rabia porque se llevaba con ella su experiencia. Me parecía egoísta no compartir con otras personas sus aprendizajes y éxitos. Por todo esto, quiero aprovechar la oportunidad que me da este blog para compartir con todos los lectores, la transcripción de un diario de una valiente chica de 16 años que un día apareció en mi sala de terapia y compartió conmigo su canto de esperanza; con la intención de que sirva de ejemplo de superación y logro.
He podido comprobar que la mera expresión de vivencias y emociones tiene un efecto maravilloso, porque sirve de desahogo y aumenta la sensación de bienestar. Durante la terapia tenemos que intentar crear un contexto cómodo y seguro que facilite esta revelación. Una vez conseguido esto, pretendemos buscar y potenciar los recursos personales que tienen todas las personas para solucionar sus dificultades y superar sus crisis. Esta mañana cuando me despedía de una persona con la que habíamos trabajado en terapia cerca de un año, al hacer el resumen de lo que había conseguido y como lo había hecho, me di cuenta que, junto con la alegría de despedirme de alguien que había mejorado su bienestar, tenía otra emoción contraria, mitad tristeza y mitad rabia porque se llevaba con ella su experiencia. Me parecía egoísta no compartir con otras personas sus aprendizajes y éxitos. Por todo esto, quiero aprovechar la oportunidad que me da este blog para compartir con todos los lectores, la transcripción de un diario de una valiente chica de 16 años que un día apareció en mi sala de terapia y compartió conmigo su canto de esperanza; con la intención de que sirva de ejemplo de superación y logro.
“Os echo mucho de menos mis enanos, a ti también mi hermano
mayor. Sé que ninguno pensábamos que
todo fuera a ser así, tampoco sé de donde saqué tantas fuerzas, para salir de
aquella tortura, de aquel infierno en el que vivíamos. La vez que me fui de
allí, pensé que no podría, me fui por aquel palizón, pensé que mi cuerpo no lo
aguantaría, pero me equivoqué, fui fuerte y escapé. Siempre he pensado que no
valía para nada, ya que mi padre se encargaba de decírmelo cada día. Cuando
llegaba a casa del instituto, era entrar en el portal y se me ponía el corazón
a mil, subía en el ascensor y era como ir entrando en ese agujero un día más. Llegaba a la puerta de casa y oía a
mis padres voceando, me quedaba sentada en las escaleras hasta que ya no se oía
ninguna voz, por el miedo a entrar antes y que algo malo me pasara. Cuando al
fin podía entrar, me solía abrir mi padre y es que era verlo y mirar hacia el
suelo del terror que apoderaba mi cuerpo. Hacía mis tareas y me sentaba a
descansar, mi padre me decía: ¿no tienes pensado hacer nada el día de mañana? Y
cuando le contaba mis ilusiones y preferencias él me decía: bueno sí, pero si
tú no vales para nada anda, no haces nada… no vales ni valdrás; y aunque yo le
insistiera con lo contrario, seguía diciéndome lo mismo. Eso me dolía más que
muchas cosas en este mundo. Nadie puede imaginarse lo que me dolía escuchar esas palabras día a día, de
tanto decírmelo me lo acababa creyendo que no valía para nada, que no sé qué
sería de mí. Acababa de comer y me iba a mi habitación a llorar, sin saber qué
hacer. Me dolía que todo esto saliera de
mi padre, no lo entiendo y seguiré sin entenderlo PAPÁ. Ahora me doy cuenta de
que no me querías, pero nada bien, porque sé que soy capaz de eso y mucho más. Cuando
llegué aquí (centro de menores), lloré y lloré, pensando que lo iba a pasar
mal, que no aguantaría, pero una vez más me equivoqué. Poco a poco me empecé a
centrar y pasé de ser la chica mala (llena de rabia y rencor) a intentar tratar
bien a los demás y a aplicarme en los estudios. Cuando empecé, creía que no
valía, que se me iba a hacer muy
difícil, pero otra vez me equivoqué. Poco a poco fui dándome cuenta que
todo consistía en poner de mí y esforzarme. Así lo hice y me quedé sorprendida
con los resultados obtenidos. Quiero dar las gracias a todas las personas, que
sí han creído en mí, que me han apoyado y han estado a mi lado haciéndome creer
que podía con esto y con mucho más. Jamás olvidaré este hogar, ellos son como de mi familia, me han
hecho sentir bien, me han enseñado a pensar por mí misma, a quererme y
valorarme cosa que aún está a medias, pero que también soy capaz de lograr.”
Gracias a ti, por dejarnos leer y compartir una parte de tu
vida. Ánimo y adelante. La vida te depara nuevos retos e ilusiones que
superarás con éxito. Nunca olvides que
nadie debe humillarte ni infravalorarte, porque TÚ, SÍ QUE VALES. Si a pesar de todo, alguien lo hace, escapa como lo hiciste en el pasado, porque TÚ, SÍ QUE PUEDES.
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